Ladislao González va diciéndoles a sus encabritadas tripas que «cuando vas en tren hay que leer, prestar oreja en las conversaciones de los demás o repasar las carrocerías de las tías buenorras, porque si uno empieza a mirar por la ventanilla termina viendo pasar su propia vida».

Y lo que ve desfilar ante sus ojillos miopes escondidos tras el acuario de las gafas es que está sin blanca, con un trabajo basura y que su mujer acaba de dejarlo plantado, o ni siquiera plantado, que las plantas tienen una maceta y tierra donde agarrarse y hasta las riegan de vez en cuando.

Pero una idea aparentemente ridícula va a cambiar su vida vulgar: imprimir el Quijote y otros clásicos de la literatura en rollos de papel higiénico.

Es un idea estúpida... pero acaso no vivimos en un mundo dondo sólo los idiotas y los mangantes triunfan?